Barriga hinchada después de comer, muchos gases, diarrea o estreñimiento, malestar digestivo, todo te sienta mal…¿te suenan estos síntomas? Aunque detrás de las molestias digestivas pueden haber muchas causas, podría tratarse de un SIBO, trastorno que afecta al 35% de la población.
¿Qué es el SIBO?
La palabra «SIBO» ha cobrado un repentino protagonismo en los últimos tiempos, pero se conoce desde hace décadas. Al principio se describió en niños que tenían el intestino corto y en personas con antecedentes de cirugía abdominal, pero en los últimos años, se ha visto que este síndrome aparece en muchas otras situaciones.
En sujetos sanos, la densidad bacteriana en el intestino delgado es miles de veces inferior que en el colon y las pocas bacterias que hay conviven en simbiosis con nuestro intestino. Cuando por circunstancias diversas, este número de bacterias aumentan en exceso, darán lugar al síndrome que se conoce como SIBO. Las siglas corresponden en inglés a “small intestine bacterial overgrowth” que significa sobrecrecimiento bacteriano en intestino delgado.
Aunque en un inicio el SIBO se definió como un excesivo número de bacterias en el intestino delgado, hoy en día sabemos que no se trata de un simple exceso de bacterias, sino que es un síndrome heterogéneo donde también tiene cabida una alteración del tipo de bacterias presentes en el intestino delgado, lo que se conoce como disbiosis.
Los diferentes tipos de SIBO
- SIBO de hidrógeno: cuando hay un exceso de bacterias fermentativas gram negativas, anaerobias estrictas y enterococos. Los síntomas más comunes suelen ser hinchazón abdominal justo después de comer y predominio de diarrea.
- SIBO de sulfuro de hidrógeno: cuando hay un exceso de bacterias productoras de sulfuro de hidrógeno. En condiciones normales, el sulfuro de hidrógeno ejerce un efecto antiinflamatorio, antioxidante y cardioprotector, además de preservar la integridad de la capa de mucosa. No obstante, su exceso puede ser tóxico para el epitelio intestinal, alterando la barrera intestinal. El síntoma más característico de este tipo de SIBO son los gases que no hacen sonido, pero que tienen un olor muy fuerte. Se suele alternar diarrea con estreñimiento. Habitualmente se acompaña de síntomas extradigestivos.
- SIBO de metano o IMO (intestinal methanogen overgrowth): cuando se produce un sobrecrecimiento intestinal de arqueas metanogénicas, el cuál puede aparecer tanto en intestino grueso como delgado. Uno de los síntomas más característicos es el estreñimiento, hinchazón, dolor abdominal y disminución de la motilidad intestinal.
- SIFO o sobrecrecimiento fúngico: el sobrecrecimiento más habitual es el de cándida. Los síntomas pueden hacer que se confunda con un SIBO (dolor abdominal, gases, hinchazón y diarrea).
Síntomas principales
- Distensión abdominal, que aumenta con el paso del día.
- Plenitud después de las comidas, malestar digestivo, dolor abdominal.
- Estreñimiento, diarrea o un cuadro mixto, en función del tipo de SIBO.
- Mal aliento, eructos, acidez o reflujo.
- Pérdida o ganancia de peso.
- Síntomas neurológicos y/o histaminérgicos.
- Problemas cutáneos.
En busca de la raíz del problema
- Baja producción de ácido en el estómago o la toma prolongada de inhibidores de la bomba de protones (omeoprazol).
- Enfermedades y trastornos digestivos como la celiaquía, la enfermedad inflamatoria intestinal, la insuficiencia pancreática exocrina o la cirrosis hepática.
- Complicaciones de la cirugía abdominal (bypass gástrico, gastrectomía, etc.).
- Intoxicación alimentaria, infecciones intestinales por parásitos o bacterias.
- Problemas endocrinológicos como las enfermedades tiroideas o la diabetes.
- Alteraciones del sistema nervioso.
- Trastornos inmunitarios.
- Adherencias ocasionada por cirugías, infecciones, traumatismos o endometriosis.
- Fármacos que disminuyen la motilidad intestinal (narcóticos, antidiarreicos, anticolinérgicos, etc.)
- Estrés crónico y las disfunciones del nervio vago.
- Malos hábitos dietéticos.
Tratamiento
El tratamiento debe ser individualizado, teniendo en cuenta todos los síntomas y las causas que han provocado el SIBO, por eso no se resuelve con un protocolo igual para todos.
Los antibióticos como la rifaximina, la combinación de rifaximina + neomicina/metronidazol o los herbáceos (aceite de orégano, alicina, berberina, etc) se utilizan habitualmente para reducir el excesivo crecimiento bacteriano. Después del tratamiento antibiótico, conviene restaurar la microbiota intestinal para evitar recidivas. Los cambios en la dieta también son fundamentales para disminuir la sintomatología y las dietas específicas, como la dieta baja en FODMAP (que consiste en reducir los oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) o la dieta baja en azufre, pueden ayudar a mejorar los síntomas.
El abordaje del SIBO en consulta es algo complejo y es muy importante conocer el contexto de la persona para poder dar un tratamiento totalmente personalizado y adaptado. No hay que olvidar que hay tantos SIBOs como pacientes con SIBO y que no hay una única dieta para SIBO. Para conseguir un resultado exitoso, el abordaje necesariamente pasa por analizar la causa que lo origina o el factor que predisponga a padecerlo.
Referencias bibliográficas:
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