Lucia Gayoso. Nutrición Integrativa.

Hormesis: lo que no te mata, te hace más fuerte

hormesis

Nuestro viaje a través de la historia humana ha sido marcado por la lucha constante contra las adversidades y la búsqueda de la supervivencia en un entorno hostil. Cada día era una nueva batalla, un desafío que nos llevó a forjar respuestas adaptativas a desafíos ambientales como el frío, calor, ayunos involuntarios por falta de alimento, etc. El término hormesis hace referencia al proceso por el cual al exponer a nuestro cuerpo a estos estresores evolutivos en una dosis baja-moderada activa en nuestro organismo vías protectoras contra multitud de patologías. Es decir, el concepto de hormesis sostiene que una exposición controlada y limitada a ciertos tipos de estrés puede tener efectos beneficiosos en la salud. Sin embargo, con la llegada del mundo moderno, el entorno en el que vivimos se ha convertido en un ambiente altamente cómodo. Las comodidades tecnológicas que hemos desarrollado para facilitar nuestras vidas también nos han debilitado en ciertos aspectos. En la actualidad, nuestra comodidad hace que estemos expuestos a un estrecho rango de temperaturas (calefacción en invierno y aire acondicionado en verano), tenemos disponibilidad de alimentos 24 horas y subir escaleras es toda una hazaña. Si bien este hecho nos proporciona muchas ventajas, también ejerce un gran impacto en nuestra salud, pues la pérdida de factores de presión evolutiva nos hace más frágiles, más sedentarios y menos resistentes al cambio.

Los estímulos horméticos activan diferentes rutas metabólicas que mandan señales a diferentes sistemas del cuerpo para que te vuelvas más fuerte y resistente. Las plantas ilustran muy bien este concepto de hormesis. Aquellas que crecen expuestas a un estrés leve pero persistente no son plantas débiles, todo lo contrario. Empiezan a producir una mayor cantidad de compuestos, por ejemplo los famosos polifenoles, que las hacen más resistentes a esas condiciones adversas.

Estímulos horméticos

Nuestro cuerpo requiere enfrentarse a desafíos para prosperar. No se trata de buscar la incomodidad, sino de aumentar nuestra tolerancia a las pequeñas adversidades cotidianas, evitando que la tecnología atrofie nuestra anatomía.

Algunos ejemplos prácticos para experimentar el estrés hormético sería intercalar periodos de ayuno intermitente, ejercicio físico de alta intensidad o la exposición a temperaturas extremas (frío y/o calor).

El ayuno intermitente consiste en aumentar las horas del día en las que no se ingiere ningún alimento, reduciendo así la ventana de ingesta. Esta práctica ha sido utilizada a lo largo de la historia con múltiples enfoques que van desde espirituales, medicinales, terapéuticos, nutricionales y parte de un estilo de vida. La hormesis asociada con el ayuno proviene del estrés controlado que experimenta el cuerpo durante el período de privación de alimentos. Durante el estado de ayuno el cuerpo genera adaptaciones metabólicas, hormonales y bioquímicas, mejorando la sensibilidad a la insulina y promoviendo la autofagia, un proceso en el cual las células eliminan componentes dañados.

Con el ejercicio físico de alta intensidad (HIIT), donde se alternan períodos cortos de ejercicio intenso con períodos de baja intensidad, también observamos el concepto de hormesis. Los bloques de ejercicio intenso desencadenan adaptaciones positivas en el cuerpo. Este debe pasar por procesos de cambios de temperatura, uso de diferentes fuentes de combustible, contracción y elongación de fibras. En respuesta a esto, el cuerpo activa mecanismos de reparación y adaptación que no solo reparan los daños sino que también mejoran la capacidad cardiovascular, la resistencia y el metabolismo.

El frio y el calor intermitente serían otras dos herramientas horméticas. Exponerse al frío agudo (ducha fría, baños en el mar o en el río, método Wim Hof…), desencadena respuestas adaptativas que mejoran la resistencia al estrés y fortalecen el sistema inmunológico. El calor extremo, como el experimentado en saunas, ofrece también numerosos beneficios: promueve la vasodilatación, mejora la circulación sanguínea y puede tener efectos positivos en la función cardiovascular. Además, la sauna aumenta la expresión de las proteínas de choque térmico, que desempeñan un papel crucial en la protección celular y en la longevidad.

Explorar la hormesis a través del ayuno, el frío, el calor y el ejercicio implica desafiar la comodidad y exponerse a dosis controladas de estrés. Al hacerlo, nuestro cuerpo activa mecanismos adaptativos que promueven la salud y la resiliencia a largo plazo.

Referencias bibliográficas: